Carta
abierta de Germinis Dei a la
conferencia episcopal española:
Desde las cruzadas hasta el franquismo,
pasando por la santa inquisición, ¿qué moralidad habéis demostrado tener
vosotros, a lo largo de la historia, para pretender venir ahora a decirnos que
una consulta popular sería inmoral? Inmorales sois vosotros; y pecadores.
Lleváis toda la existencia dando la espalda al único Dios verdadero para ir
tras un falso dios que os habéis inventado. Una falsa idea de Dios que os ha
llevado a construir verdaderos castillos en el aire, faltos de cimientos. Y,
encima, a su carencia de base la habéis querido llamar “piedra de fundamento”,
cuando, en realidad, ha resultado ser vuestro mayor tropiezo; porque así como
fallasteis con Dios, tampoco acertasteis con Cristo: aún a siglo XXI no habéis
entendido nada. Dice la Escritura que “vuestro
pacto con la muerte será abolido, y vuestro contrato con el reino de los
muertos quedará sin valor”, (Isaías, 28:18) con lo cual ya se os advertía
que no existe ninguna vida después de la muerte, y que vuestro malogrado
concepto de “fe” siempre se sostuvo sobre un pecaminoso supuesto. Y es que
también se os pasó por alto que quien acusa en la Tierra a los hombres, en nombre
de Dios, es el diablo. (Apocalipsis, 12:10) Con lo cual tampoco supisteis
entender que cada vez que os oponías al progreso y a la evolución de la
humanidad, nuevamente volvíais a crucificar a Cristo; por eso estaba escrito: “todo cuanto hicisteis a uno de estos
hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis”. (Mateo, 25:40)
Por supuesto que para poder alcanzar
todos estos conocimientos y llegar a sacar tales conclusiones, era necesario
estar agraciado con una mayor capacidad “espiritual”; y esto es: más intelecto.
Y vosotros seguís padeciendo aún los síntomas del primer hombre, Adán, al que
se le prohibió explícitamente que se “alimentara” del fruto del árbol del
conocimiento del bien y del mal, porque, si lo hacía, la iba a cagar; y
comisteis y la cagasteis y nos jodisteis a todos. Porque, como dice Pablo, al
que por supuesto tampoco habéis entendido, hay un Adán primero y un Adán
segundo: “El primer hombre, Adán, fue
hecho alma viviente; el último Adán, espíritu vivificante. Sin embargo, lo
espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual”. (1
Corintios, 15:45-46) De lo que se concluye que nuestra evolución consta de una
primera humanidad, compuesta de inconscientes monos parlanchines, y de una
segunda humanidad, en nuestro último milenio de evolución, formada por humanos,
también mamíferos, pero ya con conocimiento; ¿os suena de algo el nombre de “Emmanuel”?
Hay, pues, un hombre primero, Adán, y un hombre segundo: la promesa hecha a
Abraham por mediación de su descendencia; lo cual ya apuntaba hacía el hombre
futuro que habría de llegar a formarse a base de evolución. Y ese era vuestro
incomprendido Cristo, del que estaba escrito que resucitaría al tercer día;
cierto. Pero, como dice Pedro en su epístola segunda: “no olvidéis que para el Señor un día es como mil años, y mil años como
un día.” (2 Pedro, 3:8) Con lo cual, ese tercer día se habría consumado al
tercer milenio, y su resurrección consistiría en un resurgimiento generacional;
una nueva humanidad: el verdadero pueblo elegido. Pablo ya os advirtió que: “y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no
sirve de nada: todavía seguís en vuestros pecados. En
este caso también están perdidos los que murieron creyendo en Cristo.” (1
Corintios, 15:17-18) Pero tampoco supisteis entender.
Y estando así las cosas, permitidme
haceros esta aclaración: vosotros no tenéis ninguna autoridad institucional,
civil o, ni mucho menos, moral, para venir ahora a juzgarnos o adoctrinarnos
después de todo lo vivido. Revisad la historia, examinaos a vosotros mismos, y
escondeos bajo las piedras de vuestra derruida Babilonia. Como dice la
Escritura: “de todo esto no quedará
piedra sobre piedra que no sea derribada”. (Mateo, 24:2) Y en otro lugar: “y no dejarán en ti piedra sobre piedra,
porque no conociste el tiempo en que eras visitada.” (Lucas, 19:44)
Felicidades, pues, porque vuestro esperado Mesías ya está en el mundo. Sea esta
la verdadera navidad de nuestra historia, y que empiece el juicio final: Porque él dice en las Escrituras: “En el
momento oportuno te he escuchado; en el día de la salvación te he ayudado.”
Ahora es el momento oportuno. ¡Ahora es el día de la salvación! (2
Corintios, 6:1-2)
Sé que atribuiréis mis palabras a la
crisis de valores que padece la sociedad actual. Con lo que, una vez más, sólo
estaréis demostrando vuestra incapacidad a saber interpretar los signos de los
tiempos. Crisis de valores la hubo siempre; precisamente a ella os debéis
vosotros. ¿O acaso la promesa no consistía en que cuando se alcanzaran los verdaderos
valores ya no habría lugar para la religión?