martes, 30 de abril de 2013

Natura contra cultura; la batalla final. (II)



Natura contra cultura: la batalla final.  (II)


Cuando Pablo nos habla de Cristo, como sacerdote de la nueva alianza, utiliza algunos interesantes y esclarecedores términos: “Pero cuando Cristo apareció como sumo sacerdote de los bienes venideros, lo hizo a través de un mayor y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por medio de la sangre de machos cabríos y de becerros, sino por medio de su propia sangre, entrando una sola vez en el Santuario diseñado para la eterna redención”. (Hebreos, 9:11-12)  Al exponer: “no hecho de manos, es decir, no de esta creación”, ingeniosamente nos está diferenciando lo cultural de lo natural. Pues ese tabernáculo mayor y más perfecto, que por medio de su propia sangre le hace entrar en el Santuario diseñado para la eterna redención, es la cadena de ADN, que, evidentemente, pertenece a la natura; por lo tanto, no ha sido hecha por manos, ni es de esta creación.
Y también:En aquel tiempo, la voz de Dios hizo temblar la tierra; pero ahora hace esta promesa: “Una vez más haré temblar no solo la tierra, sino también el cielo.” Al decir “una vez más”, se entiende que desaparecerán las cosas creadas, esto es, lo inestable, para que permanezca lo inconmovible. El reino que Dios nos entrega es inconmovible”.  (Hebreos, 12:26-28)
Natura contra cultura: Lo inconmovible, contra las inestables creaciones de la mente humana. Y menos mal que al final resultará que eran “inestables”, porque llevamos así seis mil años; menuda “inestabilidad”. Pero es bueno saber que una vez superadas todas las creaciones inestables, finalmente se nos entrega un reino inconmovible.
Porque no es bajo la autoridad de los ángeles que Dios ha puesto ese mundo futuro del cual estamos hablando. Al contrario, en un lugar de la Escritura alguien declara: “¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él? ¿O el hijo del hombre, para que te intereses por él? Por un poco de tiempo le hiciste algo menor que los ángeles, pero le coronaste de gloria y honor; sometiste todas tus obras bajo sus pies.” Así que, al someter todas las cosas bajo sus pies, Dios no dejó nada sin someterlo a él. Sin embargo, todavía no vemos que todo le esté sometido.(Hebreos, 2:5-8)
¿Qué deducimos, pues, de todo esto? Que las “obras creadas” por la humanidad, “Dios”, a lo largo de nuestra evolución, “historia”, acabarán sometiéndose a las realidades inconmovibles de la natura: el hombre. Decir que todas las cosas quedarán sometidas bajo sus pies, equivale a decir que será ensalzado por encima de todas las cosas. La natura, y el hombre como parte intrínseca de esta natura, acabarán alzándose por encima de todas las creaciones humanas. Es por eso que Pablo nos dice: “Desde la creación del mundo, el poder eterno de Dios y su divinidad, que son invisibles, se han hecho visibles a la inteligencia a través de las cosas creadas.” (Romanos, 1:20) Y en otro lugar de la Escritura: “Son necios por naturaleza todos los hombres que han desconocido a Dios: porque ni han sido capaces de conocer quien es, a partir de los bienes visibles, ni han reconocido al artífice, al considerar sus obras.(Sabiduría, 13:1) Por supuesto que antes había que deducir cuáles eran las obras a considerar, y no dejarse impresionar por una incomprendida “creación”, narrada en Génesis.
Todas las cosas creadas por la humanidad forman parte de esta creación. Pero todas las obras de nuestras manos acabarán derrumbándose a los pies de la natura y del Hijo del hombre. Ese es el triunfo de la natura sobre nuestra humana e inconsciente cultura. Tenemos cerebro, inteligencia y dos manos; y somos capaces de crear cosas. Pero ninguna de nuestras cosas creadas puede equiparase a la gran creadora: la natura. Y la única creación que podemos realizar en complicidad con ella, es ésta: engendrar. Esa es la auténtica creación.
Así como los hijos de una familia son de una misma carne y sangre, así también Jesús fue de carne y sangre humanas para derrotar con su muerte al que tenía poder sobre la muerte, es decir, al diablo. De esta manera ha dado libertad a todos los que por miedo a la muerte viven como esclavos durante toda la vida. Pues ciertamente no vino para ayudar a los ángeles, sino a los descendientes de Abraham.(Hebreos, 2:14-16)
Trascendental “para derrotar con su muerte al que tenía poder sobre la muerte.” Volvemos al principio: aceptación de la muerte. Si aceptamos nuestra muerte, ya nadie va a tener poder sobre una supuesta “otra vida” de ultratumba, y de esta manera damos libertad a todos los que por miedo a la muerte viven como esclavos de la religión durante toda la vida.
Al establecer que el único camino para llegar a “Cristo” es la senda de la vida, introducimos un nuevo argumento que desargumenta todas las creencias utilizadas por el diablo para hacernos creer que sí tiene algún poder sobre la muerte. Pues nadie tiene ningún poder sobre la muerte; Cristo sólo tendrá memoria de quienes nunca habrán dejado de estar vivos: “Muertos son, no vivirán; han fallecido, no se levantarán; porque los visitaste y destruiste, e hiciste que pereciera toda su memoria”.  (Isaías, 26:14)
Trascendental “hiciste que pereciera toda su memoria.” Entendamos esto: Todo muerto que no se encuentre representado en el ADN de cualquier habitante actual del mundo, no tiene ninguna opción de llegar a “Cristo”; ya que se perdió su memoria, y los muertos no resucitarán.

Natura vence a cultura. Jaque mate al diablo.

lunes, 29 de abril de 2013

Natura contra cultura; la batalla final. (I)



Natura contra cultura; la batalla final.  ( I )


Y hubo una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles lucharon contra el dragón. El dragón y sus ángeles pelearon, pero no pudieron vencer, y ya no hubo lugar para ellos en el cielo. Así pues, el gran dragón fue expulsado, aquella serpiente antigua que se llama Diablo y Satanás y que engaña a todo el mundo. Él y sus ángeles fueron lanzados a la tierra.
Entonces oí una fuerte voz en el cielo, que decía: “Ya llegó la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido expulsado el acusador de nuestros hermanos, el que día y noche los acusaba delante de nuestro Dios. Pero ellos le han vencido por la sangre del Cordero y por la palabra de su testimonio; no tuvieron miedo de perder la vida, sino que estuvieron dispuestos a morir.” (Apocalipsis, 12:7-11)

Que nadie se impresione por lo de “no tuvieron miedo de perder la vida, sino que estuvieron dispuestos a morir”, porque solamente refleja nuestra aceptación de la muerte; es decir: reconocer que no hay “otra vida después de la muerte”. Nada que ver con el hecho de que, al morir, la vida continúe; eso lo venimos viendo desde siempre, y por eso estamos aquí. Nosotros somos el testimonio viviente de que todos nuestros antepasados existieron; por eso existimos. Y ha sido la natura la que ha hecho posible que todos ellos estén en cada uno de nosotros; pues, cada uno de nosotros es la viviente representación de su árbol genealógico. Y nuestra misión consiste en pasar ahora el testigo a nuestros hijos, para que la vida continúe, hasta alcanzar a “Cristo”; el Hombre completo.
Éste era el único misterio. Y la única obligación, no romper la cadena. La vida, de la vida procede y a la vida se debe; y en más vida desemboca. Pactar con la muerte para establecer una vida imaginaria, sólo podía acabar en muerte; y en muerte acabó para muchos. Como advertía Pablo: “En este caso también están perdidos los que murieron creyendo en Cristo. Si nuestra esperanza en Cristo solamente se refiere a esta vida, somos los más desdichados de todos los seres humanos.” (1 Corintios, 15:18-19) ¿De qué iba a ser garantía pasarse esta efímera vida cumpliendo rituales de fiestas, y normas de comidas y bebidas? ¿Cuánto pan y vino habría que ingerir para afianzarse la vida eterna? ¿Cómo iban a interceder ciertos rituales culturales en algo que sólo podía atañer a la natura? No hay color. No existe más “Dios” que la natura ni más “Señor” que el hombre; esta es la “Ley”.
Porque Ley sólo hay una, y es ley de vida; la “Ley de Dios” es la ley de la natura. El sentido de nuestra existencia ya nos viene dado por naturaleza, no es necesario buscarle más explicaciones ni otros razonamientos; todo está bien explicado y perfectamente razonado y fundamentado. Somos seres vivos, y el único sentido que, por naturaleza, tiene nuestra existencia, es la supervivencia. La natura sólo espera de nosotros, y aún sin demasiadas exigencias, que perpetuemos la especie; porque en esta perpetuidad hay una evolución, y en esta evolución un futuro. La natura, que por su sabiduría inherente no ha querido que se perdieran nuestras experiencias vitales, ha ido almacenándolas en esta auténtica enciclopedia viviente, este inesperado “libro de la vida”, que es la cadena de ADN. De manera que el único sentido que tiene nuestra vida, y el único deber que tenemos como especie, es sacar esto adelante. Y es en esta realidad inconmovible donde debemos depositar toda nuestra fe y nuestra esperanza, y no caer en el error que cometieron las religiones, al vender la esperanza como fundamento de fe, y la fe como fundamento para la esperanza; de cuya maniobra derivaron una fe y una esperanza sin fundamento real alguno. Pues, la esperanza en aquello que ha de verse al final, sólo tiene sentido cuando se ve sustentada por la fe en lo que se viene viendo desde el principio. De otro modo, es vanidad.
Fe en la humanidad y esperanza en el futuro. Éste es el mensaje; no hay otro.

En otros tiempos, al mirar hacia mares lejanos se pensaba en Dios; pero ahora yo os he enseñado a decir: Superhombre.
Dios es una conjetura. Pero quiero que vuestras conjeturas no vayan más lejos que vuestra voluntad creadora. ¿Podríais vosotros crear un Dios? ¡No me habléis, entonces, de dioses! Mas el Superhombre sí podéis crearlo. Quizás no vosotros mismos, hermanos. Pero podríais transformaros en padres y ascendientes del Superhombre. ¡Sea ésa vuestra mejor creación!
Dios es una conjetura. Mas yo quiero que vuestras conjeturas no rebasen lo pensable. ¿Podríais vosotros pensar a Dios? ¡Ojalá que la voluntad de verdad signifique para vosotros que todo sea transformado en algo pensable para el hombre, visible para el hombre, palpable para el hombre! ¡Debéis llegar hasta la frontera de vuestro propio sentido!
Y eso que llamáis mundo debe ser creado primero por vosotros: vuestra razón, vuestra imagen, vuestra voluntad, vuestro amar, deben devenir ese mundo. ¡Y, en verdad, para vuestra dicha, hombres del conocimiento!
¿Y cómo ibais a soportar la vida sin esta esperanza, vosotros los que conocéis, si ya de nacimiento no podéis estableceros en lo incomprensible, ni tampoco en lo irracional?

(Así habló Zarathustra; de las islas afortunadas.)

jueves, 25 de abril de 2013

¿Por qué dicen... ?






¿Por qué dicen…?


Como ya sabéis, mi postura es que las Epístolas contienen las claves para poder entender las Escrituras. Ya os comenté que éstas venían “disfrazadas de texto” para que pudieran pasar desapercibidas a los ojos del lector predispuesto ha dejarse impresionar por la grandeza de la palabra de Dios, escrita por unos apóstoles poseídos, o como quieran llamarle, por lo que ellos presuponen que debe ser el “Espíritu Santo”.
Pero cuando las leemos dejando de lado todo este cúmulo de despropósitos, descubrimos muchas frases que pretenden especificarnos conceptos que no vendrían al caso y que, allí puestas, podría parecer que solamente vienen a redondear, enaltecer o suscribir un párrafo que, sin dicha frase, ya habría quedado perfectamente concluido. Y en estos casos, la pregunta obligada sería: ¿por qué dicen…?

Estad, pues, firmes, ceñida vuestra cintura con la verdad, revestidos con la coraza de la justicia, y bien calzados los pies para anunciar el evangelio de la paz.” (Efesios, 6:14-15) ¿Hubo antes un evangelio de la guerra?

Porque vuestra obediencia es divulgada por todos los lugares; así que me gozo de vosotros; mas quiero que seáis sabios en cuanto al bien, e inocentes en cuanto al mal. Y el Dios de paz aplastará pronto a Satanás debajo de vuestros pies.” (Romanos, 16:19-20) “Pronto”, ya han pasado dos mil años. Y ¿por qué dice “Dios de paz”? ¿No querrá decir, pronto, una vez entendida la segunda versión de “Dios” que llega con el segundo Adán, y ése sería el “Dios de paz”? Porque, dos milenios más tarde, y con la perspectiva de la historia ya vivida, ¿qué paz ha sido la que nos ha traído “Dios” hasta ahora?

Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que observamos y nuestras manos palparon referente a la Palabra de vida, (la vida, en efecto, se ha manifestado, sí, la hemos visto y damos testimonio y anunciamos aquella vida eterna que estaba con el Padre  y nos ha sido revelada;” (1Juan, 1:1-2) Veamos: ¿qué cosa, que ya era desde el principio y que hayamos visto, observado y palpado con nuestras manos, nos predica alguna religión? Y ¿por qué dice: “la vida, en efecto, se ha manifestado”, como si el “manifiesto” hubiese llegado por medio de la vida misma? ¿No seguiremos hablando del segundo Adán? ¿No estarán hablando de evolución?

Hijos míos, por quienes de nuevo sufro dolores de parto hasta que Cristo quede formado en vosotros, quisiera estar presente ahora con vosotros y cambiar mi tono, porque estoy perplejo de vosotros.” (Gálatas, 4:19-20) ¿Cómo deberíamos encarar la frase “hasta que Cristo quede formado en vosotros”, para que no acabase significando lo que para mí es evidente?

Evita las palabrerías vacías y profanas, porque más adelante llevarán a la impiedad; y la palabra de ellos carcomerá como gangrena; entre ellos están Himeneo y Fileto, que se han descaminado de la verdad, diciendo que la resurrección ya tuvo lugar, y trastornaron la fe de algunos.” (2 Timoteo, 2:16-18) ¿A qué me recuerda esto de que “la resurrección ya tuvo lugar”?

Mas vosotros no habéis aprendido así al Cristo; si es que lo habéis oído, y habéis sido por él enseñados de cómo hay verdad en Jesús, y de cómo debéis dejar vuestra anterior manera de vivir, del viejo hombre que se corrompe conforme a los deseos del error; y a renovaros en el espíritu de vuestro entendimiento, y os vistáis del nuevo hombre que es creado conforme a Dios en justicia y en santidad verdadera.” (Efesios, 4:20-24)

Uuuufff!!!

Para no alargar esto demasiado, nos quedaremos con las dos últimas frases: “a renovaros en el espíritu de vuestro entendimiento”, y que “os vistáis del nuevo hombre que es creado conforme a Dios”, recordando que Dios creó al hombre, a su imagen y semejanza, el sexto día de la creación; y esto es: en el sexto milenio de evolución.