martes, 17 de diciembre de 2013

Carta abierta de GD a la CEE


Carta abierta de Germinis Dei a la
conferencia episcopal española:

 
Desde las cruzadas hasta el franquismo, pasando por la santa inquisición, ¿qué moralidad habéis demostrado tener vosotros, a lo largo de la historia, para pretender venir ahora a decirnos que una consulta popular sería inmoral? Inmorales sois vosotros; y pecadores. Lleváis toda la existencia dando la espalda al único Dios verdadero para ir tras un falso dios que os habéis inventado. Una falsa idea de Dios que os ha llevado a construir verdaderos castillos en el aire, faltos de cimientos. Y, encima, a su carencia de base la habéis querido llamar “piedra de fundamento”, cuando, en realidad, ha resultado ser vuestro mayor tropiezo; porque así como fallasteis con Dios, tampoco acertasteis con Cristo: aún a siglo XXI no habéis entendido nada. Dice la Escritura que “vuestro pacto con la muerte será abolido, y vuestro contrato con el reino de los muertos quedará sin valor”, (Isaías, 28:18) con lo cual ya se os advertía que no existe ninguna vida después de la muerte, y que vuestro malogrado concepto de “fe” siempre se sostuvo sobre un pecaminoso supuesto. Y es que también se os pasó por alto que quien acusa en la Tierra a los hombres, en nombre de Dios, es el diablo. (Apocalipsis, 12:10) Con lo cual tampoco supisteis entender que cada vez que os oponías al progreso y a la evolución de la humanidad, nuevamente volvíais a crucificar a Cristo; por eso estaba escrito: “todo cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis”. (Mateo, 25:40)
Por supuesto que para poder alcanzar todos estos conocimientos y llegar a sacar tales conclusiones, era necesario estar agraciado con una mayor capacidad “espiritual”; y esto es: más intelecto. Y vosotros seguís padeciendo aún los síntomas del primer hombre, Adán, al que se le prohibió explícitamente que se “alimentara” del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, porque, si lo hacía, la iba a cagar; y comisteis y la cagasteis y nos jodisteis a todos. Porque, como dice Pablo, al que por supuesto tampoco habéis entendido, hay un Adán primero y un Adán segundo: “El primer hombre, Adán, fue hecho alma viviente; el último Adán, espíritu vivificante. Sin embargo, lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual”. (1 Corintios, 15:45-46) De lo que se concluye que nuestra evolución consta de una primera humanidad, compuesta de inconscientes monos parlanchines, y de una segunda humanidad, en nuestro último milenio de evolución, formada por humanos, también mamíferos, pero ya con conocimiento; ¿os suena de algo el nombre de “Emmanuel”? Hay, pues, un hombre primero, Adán, y un hombre segundo: la promesa hecha a Abraham por mediación de su descendencia; lo cual ya apuntaba hacía el hombre futuro que habría de llegar a formarse a base de evolución. Y ese era vuestro incomprendido Cristo, del que estaba escrito que resucitaría al tercer día; cierto. Pero, como dice Pedro en su epístola segunda: “no olvidéis que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.” (2 Pedro, 3:8) Con lo cual, ese tercer día se habría consumado al tercer milenio, y su resurrección consistiría en un resurgimiento generacional; una nueva humanidad: el verdadero pueblo elegido. Pablo ya os advirtió que: “y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no sirve de nada: todavía seguís en vuestros pecados. En este caso también están perdidos los que murieron creyendo en Cristo.” (1 Corintios, 15:17-18) Pero tampoco supisteis entender.
Y estando así las cosas, permitidme haceros esta aclaración: vosotros no tenéis ninguna autoridad institucional, civil o, ni mucho menos, moral, para venir ahora a juzgarnos o adoctrinarnos después de todo lo vivido. Revisad la historia, examinaos a vosotros mismos, y escondeos bajo las piedras de vuestra derruida Babilonia. Como dice la Escritura: “de todo esto no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada”. (Mateo, 24:2) Y en otro lugar: “y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no conociste el tiempo en que eras visitada.” (Lucas, 19:44) Felicidades, pues, porque vuestro esperado Mesías ya está en el mundo. Sea esta la verdadera navidad de nuestra historia, y que empiece el juicio final: Porque él dice en las Escrituras: “En el momento oportuno te he escuchado; en el día de la salvación te he ayudado.” Ahora es el momento oportuno. ¡Ahora es el día de la salvación! (2 Corintios, 6:1-2)
Sé que atribuiréis mis palabras a la crisis de valores que padece la sociedad actual. Con lo que, una vez más, sólo estaréis demostrando vuestra incapacidad a saber interpretar los signos de los tiempos. Crisis de valores la hubo siempre; precisamente a ella os debéis vosotros. ¿O acaso la promesa no consistía en que cuando se alcanzaran los verdaderos valores ya no habría lugar para la religión?

 

martes, 10 de diciembre de 2013

Conclusión.


Conclusión.

 
Se acaba 2013, y con él daré por finalizada la labor de este bloc, “Lo que era desde el principio”, concebido para reseñar en las redes sociales el año 2013 como “año de la revelación”. Un bloc que ha seguido los mismos pasos que mi libro “Los 7 truenos del Apocalipsis”, publicado a finales de 2011, y que tampoco consiguió cuajar entre la opinión pública, pese a su relanzamiento en diciembre de 2012 aprovechando el tirón del “fin del mundo” Maya, y de su posterior presentación a los medios en verano de 2013.
Y es que todo parece indicar que pretender ir más allá de lo establecido no gusta ni a unos ni a otros. Pregonar un “posateísmo” capaz de superar ampliamente los argumentos del ateísmo, ridiculizando a su vez a la religión, viene a ser una posición demasiado innovadora pese a estar adentrados ya en el siglo XXI. Todo sigue apuntando a que ni los creyentes están dispuestos a cambiar su concepción de “Dios” en favor del hombre, ni los ateos a aceptar que las Escrituras puedan contener un mensaje de futuro para la humanidad. Y, los unos por los otros, puta involución. Pero lo cierto es que me ha sorprendido bastante más el hermetismo ateísta, en donde supuestamente deberían hallarse los “librepensadores”, que la propia ortodoxia implícita en la religión, de la que uno ya no tiende a esperar nada.
Pese a todo, insistiré una vez más en mis conclusiones a modo de resumen:
Las Escrituras sólo pretenden reflejar el proceso evolutivo de la humanidad, haciendo un especial hincapié en el momento en que ya surge un hombre distinto, capaz de establecer una nueva humanidad basada en el conocimiento de su naturaleza y regida por su sentido común. Un segundo hombre, superior al primer hombre, superior a “Adán”, al cual le debe su existencia. El proceso natural es inconmovible, y así como todo adulto procede de una infancia previa, también este segundo hombre superior procede de un anterior hombre lerdo. Un primer hombre lleno de defectos: ignorante, violento, sanguinario, más pícaro que inteligente y abstraído por lo absurdo. Tal sería la infancia de “Cristo”. Pues sólo cuando entendemos a “Cristo” como el producto final de nuestra evolución, “el Hijo del hombre”, es cuando todo lo escrito en la Biblia empieza a adquirir verdadero sentido.

¡Gloria al hombre y la natura por los siglos de los siglos!

lunes, 2 de diciembre de 2013

Rebeldes.


Rebeldes.

 
Que todos los seres humanos tengamos los mismos derechos no significa que todos seamos iguales; pues, por naturaleza, siempre los habrá más agraciados unos que otros. De no ser así, sólo existirían los partidos cristianodemócratas, dado que todos estaríamos dispuestos a compartir su habitual apología de la sumisión; pues impedir la libertad del individuo en nombre de las instituciones, creencias, gobiernos o naciones, sólo es una muestra más de su inherente apología de la sumisión. Y no todos somos así, porque el espíritu de Cristo no es así, sino todo lo contrario. También por naturaleza, resulta que Cristo es anarquista, y que los anarquistas sólo son capaces de hacer las cosas por convicción; no por sumisión. Las únicas “cosas” que un anarquista es capaz de comprender que “son así”, son las sujetas a las leyes universales establecidas por la misma natura que, curiosamente, rige todo el universo; tales son las “realidades inconmovibles” a las que se refiere Pablo en sus cartas. Las cosas son como son y son lo que son, y nosotros somos como somos y somos lo que somos, y por ello permanecemos sujetos a las leyes de la natura. Y, nos guste o no, nos parezca bien o no, o queramos o no, ésta sí es una realidad inconmovible.
El ser humano está sujeto a una serie de necesidades biológicas, o fisiológicas si lo preferís, que debe respetar para preservar la supervivencia y, a partir de ahí, no hay otra obligación; que se sepa. De manera que todos los juegos creados por el chimpanloro, tocando a las leyes del sometimiento, se alejan sobremanera del libre albedrío que la natura quiso disponer para el hombre. La fase de mono pensador nos ha resultado más perjudicial que ventajosa. Basta con revisar nuestra impresentable historia, y nuestro no menos presentable presente, para comprender que el comportamiento humano a lo largo de toda la evolución ha sido detestable. Un asustadizo ser humano de pocas luces, pobre de espíritu y falto de entendimiento, predispuesto a someterse a las más burdas y absurdas imposiciones propugnadas por otros humanos tan ineptos como él mismo. Cierto que, en numerosas ocasiones, el puro instinto de supervivencia debió doblegar muchas voluntades, cediendo, aún conscientemente, a la grotesca sumisión. Y el temor a poder ser declarado insumiso a los sometimientos creados por el propio hombre, acabó provocando que el hombre cometiera el más grande acto de insumisión de todos los tiempos: renegar de su propia naturaleza, rebelándose contra las realidades inconmovibles. Puta serpiente.
Dice la Escritura, refiriéndose a Adán y Eva: “los dos estaban desnudos y no se avergonzaban”. (Génesis, 2:25) No saber, no es ninguna vergüenza. Nuestra ignorancia supera, todavía con creces, todos nuestros conocimientos. Pretender saber ya; fingir conocer ya; ésta ha sido la conducta más dañina de todos los tiempos; y persiste. Sabemos lo que sabemos y hasta donde sabemos; presuponer, ha sido el mayor pecado del hombre. Presuponer, ha sido, y sigue siendo, el gran pecado del mundo: Rebelarse contra la natura; rebelarse contra la vida; ofrecer alternativas ilusorias a las realidades inconmovibles: falsas paternidades, falsas maternidades, falsas hermandades, eternas vidas de ultratumba, y agravándolo aún todo con un inhumano sometimiento a lo absurdo, derivado de haberse creado una falsa idea de “Dios”, y olvidándose del único “Dios” verdadero; del “Dios” que por ellos sufrió dolores de parto. Olvidándose del hombre; el único y verdadero “Dios” bíblico. Por eso está escrito: “La piedra que los constructores habían rechazado, ha acabado siendo piedra angular”.
Todo tiene sentido cuando sabemos de qué estamos hablando.
 La serpiente, que era la más astuta de todos los animales salvajes que Dios el Señor había creado, preguntó a la mujer: – ¿Así que Dios os ha dicho que no comáis del fruto de ningún árbol del jardín?
La mujer le contestó: –Podemos comer del fruto de cualquier árbol, menos del árbol que está en medio del jardín. Dios nos ha dicho que no debemos comer ni tocar el fruto de ese árbol, porque si lo hacemos, moriremos.
Pero la serpiente dijo a la mujer: –No es cierto. No moriréis. Dios sabe muy bien que cuando comáis del fruto de ese árbol podréis saber lo que es bueno y lo que es malo, y que entonces seréis como Dios.
La mujer vio que el fruto del árbol era hermoso, y le dieron ganas de comerlo y de llegar a tener entendimiento. Así que tomó uno de los frutos y se lo comió. Luego le dio a su esposo, y él también comió. En aquel momento se les abrieron los ojos, y los dos se dieron cuenta de que estaban desnudos. Entonces cosieron hojas de higuera y se cubrieron con ellas.” (Génesis, 3:1-7) 

ESOTERISMO. Tal era el puto nombre del árbol de las jodidas “manzanas”. Podéis alimentar vuestro conocimiento con toda clase de ciencias, pero las ciencias ocultas ni las toquéis, porque si lo hacéis, moriréis.
No, no, quevá dijo la serpiente. No moriréis, al contrario, sabréis que existe un alma que sobrevive a la muerte y que perdura en otro plano existencial, y también conoceréis en qué consiste la reencarnación; de suerte que, a lo mejor, llegáis a descubrir que en otra vida anterior habías sido una sanguijuela. Seréis como Dios, capaces de distinguir el bien del mal, y así podréis alejaros de los deseos de la carne para dedicaros a la pureza del espíritu.
Sabemos que el mundo entero se encuentra bajo el poder del Maligno”, dice Juan. Religión, más allá, esoterismo, ciencias ocultas, parapsicología, etc. son los síntomas más evidentes de este “pecado del mundo”. Y está escrito que el “Cordero de Dios” es quien quita dicho pecado. Y ahora decidme: ¿no empezáis a sentir la presencia de Cristo en vosotros?