Neoliberalismo: ¿La III guerra mundial?
Tiremos de objetividad. Ante los
precedentes históricos, muchos son los ciudadanos que opinan que nuestra
situación actual sólo podría resolverse con una tercera guerra mundial, donde
muriera gran parte de la población, y así habría futuro y prosperidad para los
supervivientes. Y el razonamiento tiene su fundamento, aunque, en la
actualidad, carece de toda lógica. Las grandes guerras mundiales se disputaron
entre los países más desarrollados, lo cual, actualmente, representaría una
guerra entre países militarmente aliados y, en el caso de Europa, incluso económicamente
ensamblados. Además, pretender provocar una especie de “guerra civil” entre los
propios aliados, a siglo XXI, no pinta nada fácil. Históricamente, las guerras
se han debido siempre a motivos religiosos o estratégicos. Pero en una sociedad
donde ya nadie cree en dios, salvo por interés u “opuscación”, ni nadie cree ya en los políticos, salvo por interés u
omisión, difícilmente podría conseguirse arrastrar a las masas hacia un
suicidio voluntario.
Por otro lado, entablar una guerra santa
contra países tercermundistas, pese a que mundial, no pasaría de ser como unas
maniobras que acabarían beneficiando, de esa pretendida despoblación, al propio
enemigo. Ellos, pobrecillas víctimas con el futuro resuelto, y occidente
superpoblado y todavía peor visto.
¿Qué queda entonces? El neoliberalismo;
conseguir los mismos efectos sin arrojar una sola bomba. ¿Cómo se cocina?
Fácil: estableciendo un sistema ortopédico de selección artificial. Ante una
precaria oferta de trabajo elegimos a los candidatos más titulados, y con mayor
dominio de idiomas, para realizar las tareas más cutres y con los sueldos más
miserables. Así, y de un solo plumazo, reinstalamos a la clase media en
recursos humanos y dejamos a la clase obrera ante una simple disyuntiva:
emigrar o morirse de hambre. Et ¡voilà! Desaparece la clase media y aniquilamos
a la clase obrera; cuatro primates arriba mandando, y el mundo entero a sus
pies.
Sólo existe una alternativa posible, y empieza
con una democracia directa.
¡Despertad! Que nos la están dando con
queso.
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