martes, 25 de junio de 2013

Neo-anarquismo pos-ateísta.



Neo-anarquismo  pos-ateísta.
(Yo me lo guis, yo me lo com. From Johan Palom.)

Sólo por naturaleza tenemos derechos que sobrepasan todo lo establecido. Tenemos derecho a la libertad y a la iniciativa propia, muy por encima de lo que nos concede el sistema. La democracia representativa, con su irrisoria libertad de expresión y sus derechos constitucionales, sigue siendo, a todas luces, un sistema de represión. Hasta el día de hoy se ha confundido “gobernar” con controlar al pueblo; no sea que se desmande. Pero cuando la conciencia dicta al pueblo que ya sabría automandarse infinitamente mejor de como lo hacen las instituciones establecidas, tarde o temprano surge el choque de trenes. Y por más que sigan pensando que lo tienen todo atado, y bien atado, ese convencimiento no pasa de ser la mera ilusión que la sociedad les ha permitido crearse; pues, quien manda, manda mientras haya quien obedezca. Y si sus armas son meter miedo al pueblo para que siga obedeciendo, las nuestras son acogernos al despido libre y mandarlos a todos al paro, porque no nos gusta cómo están trabajando para nosotros. Casi todas las legislaturas de nuestra democracia han acabado en incumplimiento de contrato; razones, pues, nos sobran, sin mencionar todo lo destapado en lo que va de año.
Cansa ver que, quienes se pasan de listos, nos han tomado a todos por tontos; se olvidaron de los buenos. Cree el ladrón que todos son de su condición. Y no es cierto que no robe solamente quien no puede o no sabe, tampoco roba quien no quiere. De manera que tras  la “merienda de negros”, el “mercado persa” y la “cueva de ladrones”, podríamos adoptar ahora la forma “democracia representativa”: “¡Aquello era una democracia representativa!, tío; allí el que no robaba es que era tonto, macho.”
Nos merecemos más que todo esto; y no algo más, sino mucho más. Pero ya no queda adonde huir; por eso debemos reconstruir. Demoler todo lo viejo y edificar de nuevo. Nos toca modernizar la civilización y tenemos derecho a un lugar donde poder hacerlo. Un lugar en el mundo donde poder establecer un nuevo sistema para la gente sencilla, para los buenos, para los creadores, para los inteligentes, para quienes detestan lo establecido, para quienes sienten náuseas al oír hablar de dinero. Un lugar donde poder olvidarnos del  pasado y proyectarnos exclusivamente hacia el futuro; hacia el país de nuestros hijos. Un país donde no tengamos que soportar la tontería de unos pocos en nombre de las instituciones, las banderas, los gobiernos, las creencias o los intereses económicos. Esta pesadilla absurda que para nada nos ayuda a vivir en paz, ni en equilibrio con la natura ni con nosotros mismos; pasatiempos irracional, para quienes ya no queremos seguir perdiendo más el tiempo. Demasiado “retrasado temporal” para todo un siglo XXI; esto ya no debería ser así. Nuestra travesía por el desierto empezó en mayo del 68, hemos superado con creces los cuarenta años estipulados y seguimos estando en la inopia; y el mediodía de nuestra evolución se alcanzó en el 86, e igualmente seguimos estando en la inopia.
Despertad; abrid los ojos. Creed en vosotros mismos y cambiad vuestra mentalidad. No son, para nada, mejores que nosotros; ellos se creen más listos, pero tampoco. Mentalidad de hombre antiguo es la suya; mentalidad de primer Adán: ¡A la cruz con ellos! Sus tretas ya no deben convencernos, su circo está en vías de extinción. Su fuerza radica en fraccionar la sociedad, enfrentarnos para que no lleguemos a entendernos; pero con nosotros ya no podrán. Hemos crecido; hemos madurado. Ni ateos ni creyentes, ni de izquierdas ni de derechas, ni obrero ni patrón, ni culé ni merengue; ¡colgad todo partidismo en la cruz! Que no nos distraigan más sus astucias. Sus artimañas son un secreto a voces, sus disimulos una incitación a la sospecha, su poder, nuestra bondad, y su estabilidad, nuestra paciencia. ¡Rompedme esas viejas tablas!

Ateos de mi esperanza: “Recordad que en otro tiempo estabais sin Cristo, separados de la nación de Israel, y que no teníais parte en los pactos ni en la promesa de Dios. Vivíais en este mundo, sin Dios y sin esperanza.  Pero ahora, en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido acercados por la sangre de Cristo.” (Efesios, 2:12-13)
¡Que sus pongáis las pilas, leñe! Que no era religión, sino evolución. Vamos a liar la de Dios es Cristo, porque sabemos que ambos son el hombre; uno, el hombre primero, y el otro, el hijo de ese hombre, que ya en el Apocalipsis se le reconoce como el “león”; y “león” es el ateo, como vosotros. Entended, de una vez, esa vieja leyenda que cuenta que los leones se comían a los cristianos. Que se os tiene que explicar todo, joder.
Amigos míos: hay que darle la vuelta a la tortilla porque esta cara ya está requemada, ¿no oléis?; apesta. Como sigamos así, acabaremos comiendo unos panes como unas hostias. Hay que darle la vuelta a esto y que empiecen a obedecer quienes están acostumbrados a mandar. Establecer que “Cristo” será el hombre futuro, para que quienes hablen en contra de este nuevo Cristo evolutivo sean considerados los verdaderos anticristos. Vamos a organizar un mundo al revés para establecer el verdadero derecho. Un derecho que, como especie, nos viene dado por naturaleza, pero que durante seis milenios ha sido pisoteado por las estúpidas culturas creadas por un hombre absurdo, necio, corto y perezoso.
Ahora sólo falta entender que todo está en nuestras manos y que podemos empezar a cambiar el mundo cuando queramos entendernos. Y esto es, cuando también hayáis aprendido a clavar en la cruz todas estas tendenciosas miserias que nos envuelven, y que encima algunos pretenden que den sentido a nuestra existencia.

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