Neo-anarquismo
pos-ateísta.
(Yo me lo guis, yo me lo com. From Johan Palom.)
Sólo por naturaleza tenemos derechos que
sobrepasan todo lo establecido. Tenemos derecho a la libertad y a la iniciativa
propia, muy por encima de lo que nos concede el sistema. La democracia
representativa, con su irrisoria libertad de expresión y sus derechos
constitucionales, sigue siendo, a todas luces, un sistema de represión. Hasta
el día de hoy se ha confundido “gobernar” con controlar al pueblo; no sea que
se desmande. Pero cuando la conciencia dicta al pueblo que ya sabría automandarse
infinitamente mejor de como lo hacen las instituciones establecidas, tarde o
temprano surge el choque de trenes. Y por más que sigan pensando que lo tienen
todo atado, y bien atado, ese convencimiento no pasa de ser la mera ilusión que
la sociedad les ha permitido crearse; pues, quien manda, manda mientras haya
quien obedezca. Y si sus armas son meter miedo al pueblo para que siga
obedeciendo, las nuestras son acogernos al despido libre y mandarlos a todos al
paro, porque no nos gusta cómo están trabajando para nosotros. Casi todas las
legislaturas de nuestra democracia han acabado en incumplimiento de contrato;
razones, pues, nos sobran, sin mencionar todo lo destapado en lo que va de año.
Cansa ver que, quienes se pasan de
listos, nos han tomado a todos por tontos; se olvidaron de los buenos. Cree el
ladrón que todos son de su condición. Y no es cierto que no robe solamente quien
no puede o no sabe, tampoco roba quien no quiere. De manera que tras la “merienda de negros”, el “mercado persa” y
la “cueva de ladrones”, podríamos adoptar ahora la forma “democracia
representativa”: “¡Aquello era una democracia representativa!, tío; allí el que
no robaba es que era tonto, macho.”
Nos merecemos más que todo esto; y no
algo más, sino mucho más. Pero ya no queda adonde huir; por eso debemos
reconstruir. Demoler todo lo viejo y edificar de nuevo. Nos toca modernizar la
civilización y tenemos derecho a un lugar donde poder hacerlo. Un lugar en el
mundo donde poder establecer un nuevo sistema para la gente sencilla, para los
buenos, para los creadores, para los inteligentes, para quienes detestan lo
establecido, para quienes sienten náuseas al oír hablar de dinero. Un lugar
donde poder olvidarnos del pasado y
proyectarnos exclusivamente hacia el futuro; hacia el país de nuestros hijos.
Un país donde no tengamos que soportar la tontería de unos pocos en nombre de
las instituciones, las banderas, los gobiernos, las creencias o los intereses
económicos. Esta pesadilla absurda que para nada nos ayuda a vivir en paz, ni
en equilibrio con la natura ni con nosotros mismos; pasatiempos irracional, para
quienes ya no queremos seguir perdiendo más el tiempo. Demasiado “retrasado
temporal” para todo un siglo XXI; esto ya no debería ser así. Nuestra travesía
por el desierto empezó en mayo del 68, hemos superado con creces los cuarenta
años estipulados y seguimos estando en la inopia; y el mediodía de nuestra evolución
se alcanzó en el 86, e igualmente seguimos estando en la inopia.
Despertad; abrid los ojos. Creed en
vosotros mismos y cambiad vuestra mentalidad. No son, para nada, mejores que
nosotros; ellos se creen más listos, pero tampoco. Mentalidad de hombre antiguo
es la suya; mentalidad de primer Adán: ¡A la cruz con ellos! Sus tretas ya no
deben convencernos, su circo está en vías de extinción. Su fuerza radica en
fraccionar la sociedad, enfrentarnos para que no lleguemos a entendernos; pero
con nosotros ya no podrán. Hemos crecido; hemos madurado. Ni ateos ni
creyentes, ni de izquierdas ni de derechas, ni obrero ni patrón, ni culé ni
merengue; ¡colgad todo partidismo en la cruz! Que no nos distraigan más sus
astucias. Sus artimañas son un secreto a voces, sus disimulos una incitación a
la sospecha, su poder, nuestra bondad, y su estabilidad, nuestra paciencia. ¡Rompedme
esas viejas tablas!
Ateos de mi esperanza: “Recordad
que en otro tiempo estabais sin Cristo, separados de la nación de Israel, y que
no teníais parte en los pactos ni en la promesa de Dios. Vivíais en este mundo,
sin Dios y sin esperanza. Pero ahora, en Cristo
Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido acercados por la
sangre de Cristo.” (Efesios, 2:12-13)
¡Que sus pongáis las pilas, leñe! Que no
era religión, sino evolución. Vamos a liar la de Dios es Cristo, porque sabemos
que ambos son el hombre; uno, el hombre primero, y el otro, el hijo de ese
hombre, que ya en el Apocalipsis se le reconoce como el “león”; y “león” es el
ateo, como vosotros. Entended, de una vez, esa vieja leyenda que cuenta que los
leones se comían a los cristianos. Que se os tiene que explicar todo, joder.
Amigos míos: hay que darle la vuelta a
la tortilla porque esta cara ya está requemada, ¿no oléis?; apesta. Como
sigamos así, acabaremos comiendo unos panes como unas hostias. Hay que darle la
vuelta a esto y que empiecen a obedecer quienes están acostumbrados a mandar.
Establecer que “Cristo” será el hombre futuro, para que quienes hablen en
contra de este nuevo Cristo evolutivo sean considerados los verdaderos
anticristos. Vamos a organizar un mundo al revés para establecer el verdadero
derecho. Un derecho que, como especie, nos viene dado por naturaleza, pero que
durante seis milenios ha sido pisoteado por las estúpidas culturas creadas por
un hombre absurdo, necio, corto y perezoso.
Ahora sólo falta entender que todo está
en nuestras manos y que podemos empezar a cambiar el mundo cuando queramos
entendernos. Y esto es, cuando también hayáis aprendido a clavar en la cruz
todas estas tendenciosas miserias que nos envuelven, y que encima algunos
pretenden que den sentido a nuestra existencia.
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