viernes, 19 de abril de 2013

La genialidad de las cartas de Pablo.



La genialidad de las cartas de Pablo.


El gran secreto para entender las Escrituras radica en las claves que nos van dando en las Epístolas. Podrías pasarte siglos leyendo oráculos y evangelios que, sin tener una idea clara del trasfondo, de ahí no ibas a sacar agua clara; de hecho es lo que ha ocurrido.
Las Epístolas, ya sean de Pablo, Pedro, Juan, Judas o Santiago, nos proporcionan ciertas pistas, disfrazadas de texto para que pasen desapercibidas, que a buen receptor le resultan trascendentales. Ejemplo, segunda Epístola de Pedro, capítulo tercero, versículo octavo: “Además, queridos hermanos, no olvidéis que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día”. ¿Se limita esta frase a querer darnos un ejemplo de la grandeza de Dios? De entrada, a mí ya me sugiere dos cosas: que cuando leemos que Dios armó la creación en seis días y al séptimo descansó, hablamos de un período de siete mil años; y que si Cristo “resucitó” al tercer día, nos estamos refiriendo al tercer milenio d.C.
Quedémonos con esta segunda para seguir el razonamiento. Por un lado, si Cristo “resucita” pasados dos mil años, más que de una resurrección, estaríamos hablando de un resurgimiento, y por otro, si deducimos que “Cristo” es el hombre futuro que habremos formado con nuestro ADN, y que será así como todos estaremos en él y él vivirá por nosotros, el misterio de la resurrección de los muertos también quedaría resuelto. Luego la resurrección de Cristo sería un resurgimiento y la de los muertos un conocimiento.
Pues bien, en la primera Epístola a los Corintios, capítulo quince, versículos doce a diecinueve, Pablo viene a decirnos que mientras no haya conocimiento es que todavía no ha habido resurgimiento. Y su moraleja sería que mientras no se conozca la verdad, y todo siga siendo un misterio, creer por creer no sirve de nada ni sus palabras tienen ningún sentido. Eso es lo que nos cuenta en este ingenioso “semitrabalenguas” de su Epístola:
12 Ahora bien, si nuestro mensaje es que Cristo ha resucitado, ¿cómo dicen algunos de vosotros que los muertos no resucitan? 13 Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado; 14 y si Cristo no ha resucitado, el mensaje que predicamos no sirve de nada, ni tampoco sirve de nada la fe que tenéis. 15 Si esto fuera así, seríamos testigos falsos de Dios, puesto que afirmamos que él resucitó a Cristo cuando en realidad no lo habría resucitado de ser verdad que los muertos no resucitan. 16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado; 17 y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no sirve de nada: todavía seguís en vuestros pecados. 18 En este caso también están perdidos los que murieron creyendo en Cristo. 19 Si nuestra esperanza en Cristo solamente se refiere a esta vida, somos los más desdichados de todos los seres humanos.

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